Hasta hace poco más de un mes paseábamos por nuestras calles adornadas con árboles iluminados con un bonito color azul, los escaparates atraían las miradas de los viandantes con adornos de colores dorados, plateados, rojos,… Pero, casi en un suspiro, han pasado todas aquellas celebraciones en las que se mezclaban los valores tradicionalmente religiosos_ como es la celebración de la llegada de Jesús _ con otras celebraciones más paganas _en las que imperaban las comidas familiares y de amigos, los regalos y, definitiva , un consumo envuelto en diferentes papeles de celofán y que dejan a muchos las tarjetas de crédito tiritando.
Pues si eso pasaba no hace tanto, de nuevo tenemos la ocasión de celebrar otra onomástica religiosa en la que, otra vez, un vendaval de intereses económicos sepultan el verdadero sentido de la misma. Pocos sabrán que este santo de Roma, que vivió en el siglo III, se saltaba a la torera la orden dada por el emperador de la época, Claudio II para más señas, que no se le ocurrió otra cosa que prohibir el matrimonio a sus jóvenes soldados aduciendo que solteros serían más útiles a los intereses bélicos del Imperio. No hace falta tener mucha imaginación para suponer que muchos de aquellos muchachos tendrían pareja y que sufrirían por esa imposibilidad de contraer matrimonio. Y es ahí donde interviene San Valentín. Nos podemos imaginar la cara de alegría y agradecimiento de aquellas parejas de enamorados cuando el sacerdote Valentín los casaba a escondidas por el rito cristiano y, de este modo, podían bendecir y festejar su amor. Esa valentía que mostró al desobedecer al emperador le trajo muy malas consecuencias: fue martirizado y decapitado. Aunque existen algunas otras versiones referidas a este santo, me ha parecido interesante traer a colación esta que acabo de mencionar porque nos demuestra que por amor a los demás, algunas personas están dispuestas a arriesgar su vida. Por eso Valentín es el Santo de los enamorados.
No estará mal tener en cuenta lo anteriormente dicho cuando nuestro entorno asista a un nuevo cambio de decorado y una ola roja con forma de corazones y flores, de peluches y objetos varios nos inunde estos días en los escaparates, en los anuncios, etc., etc., volviéndonos a confundir como hace mes y medio. No midamos cuánto nos quieren por cuánto nos dan, como desean las grandes firmas del mercado, sino por cómo nos quieren. San Valentín nos diría: “Lo importante no es que os queráis mucho, sino que os queráis bien”. Y en éso hay que estar.
M.R.